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No debes tomar más fármacos de los estrictamente necesarios: la importancia de la homeopatía en situaciones de “sobremedicalización”

… Porque estamos todos de acuerdo, y no me refiero al sector de la medicina tradicional y complementaria sino que me incluyo además en el sector convencional, que el exceso de intervenciones sanitarias es perjudicial. Parece contrario a la intuición, que hacer más (pruebas diagnósticas, prescripción de medicamentos y otras intervenciones) no siempre conlleve sumar sino que corremos el riesgo de restar. Sin embargo, “en la mesura está la virtud” como decía Aristóteles, porque todo ese esfuerzo que hacemos a veces tiene efectos inesperados además de los efectos que buscamos y esperamos.

Qué noticia tan positiva, por tanto, la de que La Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS) y la Organización Médica Colegial (OMC) hayan consensuado un informe sobre Iatrogenia (actos médicos dañinos para la salud de los pacientes). El documento (1) tiene algo más de medio año, aunque se presentó en las XXXVII Jornadas de Economía de la Salud en Barcelona hace unos meses que es cuando tuvo cierta repercusión mediática (al menos en los medios profesionales).

Recuerda el documento que “los eventos adversos de las intervenciones sanitarias se definen como cualquier daño causado por la atención sanitaria, que no implica necesariamente error, negligencia ni calidad baja de dicha atención. Sólo indican que se ha producido un resultado clínico no deseado como consecuencia de algún elemento vinculado con el diagnóstico o el tratamiento y no con la enfermedad subyacente que padece la persona afectada”. Muchos son inevitables, consustanciales a los procesos diagnósticos y a los tratamientos farmacológicos o de otro tipo.

La cuestión es que representan un importantísimo problema tanto desde el punto de vista ético -el primer precepto es “primum non nocere” (“primero no hacer daño”)- como socioeconómico –los errores médicos en pacientes hospitalizados podrían ser la tercera causa de muerte en EEUU (2). De hecho, otras plataformas llevan tiempo alertando sobre el sobreesfuerzo diagnóstico y terapéutico, que puede producir más perjuicios que beneficios (3). Diversos grupos reclaman, a través de publicaciones científicas, una racionalización de la medicina argumentando que a menudo “menos es más” (4) y proponiendo de forma concreta intervenciones que deberíamos evitar porque no demuestran aportar beneficios reales o los perjuicios superan a los potenciales beneficios (5).

Pero como decía al principio, es muy difícil para nuestras mentes admitir que “sumar” puede ser contraproducente, y menos si se trata de sumar desde lo que se percibe como avances tecnológicos en las técnicas diagnósticas y los procedimientos terapéuticos. Nos puede ocurrir incluso desde la propia homeopatía, como se comentaba en otra entrada de este blog.

En este contexto, uno puede preguntarse si la homeopatía puede aportar algo en este sentido, y yo creo que sí. De hecho, puede hacerlo desde varios ángulos:

  1. Diagnóstico:

En la consulta, sobre todo en primaria, nos encontramos con muchos pacientes cuyo diagnóstico es impreciso o dudoso. Ante esta situación, pedimos más y más pruebas diagnósticas y/o derivamos a especialistas (que a menudo se ven en la misma situación). A veces seguimos sin llegar al diagnóstico, y aún peor podemos tener “falsos positivos” y llegar a diagnósticos que no son correctos (sobrediagnóstico).

La homeopatía nos permite interpretar los síntomas, historia y características del paciente de una manera diferente y adicional, que a veces es suficiente para decidir un abordaje específico. A veces, el paciente mejora con ese tratamiento de tal manera que interrumpe el proceso diagnóstico porque… ¡no queda nada que diagnosticar!

Un ejemplo la posibilidad de tratar problemas dermatológicos según las lesiones que observamos aunque aún no se haya encontrado un diagnóstico definitivo. Otra situación es la de tratar al paciente según el conjunto de problemas de salud que tiene (o ha tenido) y que nos dibujan un perfil que se corresponde con un tratamiento “de la persona” y no sólo “de la enfermedad”, que ayuda a equilibrar todos cada uno de los trastornos del paciente incluyendo éste que aún no tiene nombre de enfermedad.

  1. Tratamiento:

Muchas veces los médicos iniciamos un tratamiento farmacológico o de otro tipo, porque no sabemos qué otra cosa podemos hacer y sentimos la necesidad de hacer algo más que escuchar el problema y acompañar al paciente. Sin embargo, se trata de tratamientos que no han demostrado funcionar; en ese sentido son un tipo de placebo, y la mayoría de los médicos reconocen usarlo como muestran estudios con generalistas de Gran Bretaña (6) o internistas y reumatólogos de Estados Unidos (7).

En otras ocasiones, el tratamiento es apropiado pero es demasiado pronto para optar por él, es como “matar moscas a cañonazos” teniendo en cuenta las consecuencias de, por ejemplo, iniciar un tratamiento ansiolítico con benzodiacepinas en una ansiedad reactiva (situacional) de inicio. Claro que las guías para el manejo de la ansiedad (8) recomiendan usarlas siempre menos de cuatro semanas, pero es demasiado frecuente que se prolongue algunas más, y entonces pasamos a añadir otro problema y otro diagnóstico: la dependencia a benzodiacepinas y la dificultad de retirarlas.

En muchos estos casos la homeopatía podría ofrecer alternativas más seguras y efectivas. Seguramente eso es lo que anima a más del 90% de los generalistas, pediatras, dermatólogos y ginecólogos de Francia a prescribir ocasionalmente medicamentos homeopáticos, según un estudio publicado desde la propia administración francesa sobre los medicamentos reembolsados de este país (9). Claro está, esta prescripción no tendría valor si no beneficiara claramente a los pacientes, y tenemos la suerte de que así lo confirman los estudios según los cuales la homeopatía permite mejorías clínicas equiparables a las que se consiguen con fármacos convencionales, pero con mucho menor consumo de éstos. Acudir a un médico homeópata supone, por tanto, una gran reducción de iatrogenia y sin perder oportunidades de curación o mejoría respecto a acudir a otros especialistas. Lógico, ya que tanto el médico como el paciente lo que desean es sumar estrategias de la forma más inteligente posible en beneficio de este último.

Aún hay otra manera en la que la homeopatía puede contribuir a reducir la iatrogenia, y es que en ocasiones podemos usar medicamentos homeopáticos para aliviar los efectos secundarios de otros tratamientos convencionales, como la radioterapia y la quimioterapia (11). El resultado ayuda, además, a mejorar el cumplimiento de esos tratamientos que, siendo necesarios, a veces el paciente no se siente con fuerzas para cumplir o deben ser retirados debido al deterioro físico (además de anímico) del paciente.

En resumen, diría que cada uno de nosotros debe hacerse eco de la actitud aceptada por la comunidad médica y científica de no dejarnos seducir por la sofisticación de la medicina y ser cautos a la hora de sumar más y más pruebas, más y más medicamentos… más y más riesgos. Para ello, la homeopatía puede ser de ayuda de diferentes maneras por lo que es una opción a tener en mente si pensamos que estamos, o podemos llegar, a una situación de “sobremedicalización”.

Referencias:

6 Comments

  1. Avatar Alberto Sacristán Rubio el 31 enero, 2018 a las 11:37 pm

    Que razón tienes, compañero.
    Además deberíamos usar los medicamentos necesarios a la menor dosis eficaz. Esto lo digo pues en ocasiones recibimos notificaciones de la Agencia Española del medicamento sobre la dosis empleadas por medicamentos ya que la Agencia averigua que se usan dosis excesivamente altas como es el ejemplo del ibuprofeno. En este caso nos han avisado en varias ocasiones que debemos reducir la dosis que se usa habitualmente.
    Muchas gracias por tu post.

    • Avatar Gualberto el 3 febrero, 2018 a las 11:53 pm

      Se han banalizado el uso de medicamentos, y es una lástima porque son valiosisimos y no tiene sentido ni aumentar sus efectos adversos aumentando innecesariamente las dosis, ni vulgarizar su uso y quitarles valor.

      Pero las autoridades y las sociedades científicas avanzan poco a poco para mejorar la situación, hay que desearles ánimos, coraje y éxito.

  2. Avatar JOSE IGNACIO TORRES el 2 febrero, 2018 a las 12:25 pm

    Enhorabuena amigo¡
    Un texto imprescindible y de gran utilidad para médicos pero sobre todo para pacientes.
    La sociedad está medicalizada. Desde el patio de vecinos hasta los medios de comunicación y las redes sociales.
    Los profesionales llevamos décadas pensando que es un problema prioritario. Pero las circunstancias son adversas para mejorar esta situación: falta de tiempo en las consultas, falta de convencimiento de que es un problema real, relación directa consulta-prescripción, demanda de los pacientes de más medicinas, presión de los medios…..
    Afortunadamente hay voces autorizadas a nivel científico y médico que informan y aconsejan. Las citas que aportas son de mucho interés.
    ¿ Cuánto tiempo debe pasar para que se apliquen estos conocimientos ?

    Abrazos

    • Avatar Gualberto el 3 febrero, 2018 a las 11:55 pm

      Gracias Jose Ignacio.

      Ojalá nos dejen contribuir de forma significativa a conseguir ese objetivo con ayuda de la homeopatía.

      Por el bien de nuestros pacientes, que son también nuestras familias, nuestros amigos, nuestros colegas…

      Gracias de nuevo y un fuerte abrazo
      Gualberto

  3. Avatar sonia el 20 febrero, 2018 a las 1:26 pm

    Lo siento pero en mi caso no me ha ido bien este tipo de fármaco, no es de extrañar que le quiten valor. Conozco mucha gente que opina lo mismo que yo. A parte que es muy lento el resultado, y vale bastante dinero. Me pareció un timo la verdad.

    • Avatar Gualberto el 23 febrero, 2018 a las 5:29 pm

      Gracias por compartir tu experiencia Sonia.

      Que un tratamiento no funcione es algo que puede ocurrir, hasta escribir una entrada sobre ello en este mismo blog, y existen diferentes explicaciones para ello. El médico homeópata debe ser ágil (si se le da la oportunidad) en detectar el problema y ponerle solución cambiando de medicamentos, de pauta de administración o de estrategia (incluyendo también el incorporar otros tipos de tratamiento).

      Afortunadamente en otras ocasiones el paciente obtiene estupendos resultados y además de manera muy rápida (horas en casos agudos como una gastroenteritis o semanas en casos crónicos como una psoriasis), y estos pacientes nos dicen que es eficaz y muy barata en comparación con otras posibilidades que han intentado (incluyendo caras cremas “convencionales”).

      Sería estupendo saber qué tipo de tratamiento fue bien en tu problema y que otras opciones también fallaron, para tenerlo en cuenta.

      Muchos de los que vienen a consulta sienten que los fármacos convencionales les han fallado y les explico que siguen siendo (en general) buenos fármacos y merece la pena usarlos cuando son necesarios, pero desafortunadamente aún no disponemos de soluciones universales que funcionen siempre.

      Gracias de nuevo, un saludo

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