Hace un tiempo publiqué en este mismo blog un post de esos que no parecen tener mucho éxito entre los lectores pero que a mi, particularmente, es de los que más me gustan.

Empezaba con una cita de Gil de Biedma, muy explícita, que dice  “Que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde…”.

Y como en alguna otra entrada, siguiendo los amplios criterios fundacionales de este blog, no hablaba para nada de homeopatía, ni de medicina siquiera.

Las prisas

Hablaba de las prisas, de esas urgencias aparentes que todos llevamos con nosotros, de la inconsciencia (quizá necesaria) en que  vivimos, pensando, o comportándonos, como si no nos pudiera pasarnos nada que trastoque toda nuestra frágil vida, como si fuésemos eternos o algo así… Hablaba de nuestra vulnerabilidad, de nuestra falta de atención a lo verdaderamente importante, del dolor que se presenta de forma repentina, de la ternura, del amor

Y de esto es lo que quiero volver a escribir hoy.

Que, en efecto, con el paso de los años, uno se da cuenta que hay muchas cosas en las que la vida iba en serio y que quizá nos damos  cuenta tarde.

El ruido

Nos pudo el ruido, las prisas. Porque todo sigue yendo tan deprisa. Mirad también en homeopatía. Se publica, por fin, la Orden Ministerial que culmina el Registro de los medicamentos homeopáticos y nos homologa a países como Francia o Alemania (que los tiene incorporados en sus sistemas públicos, por cierto), cambia de golpe el gobierno, la nueva ministra confirma su desconocimiento en este asunto y corrobora sus declaraciones contrarias a la homeopatía como si ese fuese el asunto más relevante de la sanidad española, la OMC sigue con su obsoleto Observatorio y ahora hace pública, además, una declaración en la que declara la homeopatía “inaceptable”  y “con altos riesgos y costes”…

Esto último de la OMC es especialmente gracioso. Se hace un lío con prácticas “inválidas”, “validadas” o “no validadas” que solo entiende el lumbreras de turno. ¿Nos está diciendo, entonces, que ahora los médicos no podemos prescribir medicamentos (medicamentos, insisto) que son legales aquí y en Europa y se venden exclusivamente en farmacias? Que venga mi querido Epiménides y me lo explique por favor…

Por su parte, en las redes, no busques discrepancias razonadas y razonables, no. Ahí siguen de manera harto aburrida y cansina los exabruptos y rebuznos de los de siempre que se solo descalifican a sí mismos. Y ahí sigue el último advenedizo que te interpela para que le expliques cualquiera de sus disparatadas ocurrencias como si no tuvieras otra cosa que hacer más que perder el tiempo de esa manera tan estéril…

Todo esto es absurdo y hoy no tengo ganas de rebatirlo ni de insistir en ello porque tanto yo como mis compañeros ya lo hemos hecho en diferentes entradas.

No, hoy no me gustaría hablar de todo eso. Demasiado ruido. Uf, sí, ¡cuánto ruido sobrante!…

Hoy simplemente me gustaría reivindicar de nuevo la quietud y el silencio.

La quietud

Y es que todos necesitamos algo de quietud y de silencio, de estar con nosotros mismos, sin nada especial que hacer, mirando por la ventana o paseando por una calle, un bosque o una playa solitaria.

Y los médicos más. Los médicos necesitamos un poco de quietud y de silencio para que ese ruido de todo tipo que se inmiscuye inmisericorde en nuestra cabeza no nos impida escuchar con atención e ingenuidad aquello que tienen que decirnos los pacientes. Perdón, no los pacientes, sino aquel paciente en particular, aquel adolescente enfadado y antipático, aquel viejecito triste y resignado, aquella madre agotada y nerviosa, aquel niño que llora…

La montaña

Así que cierras los ojos y ya paseas por el alto de la montaña y miras hacia abajo y te dan ganas de abrir los brazos para abarcar toda esa inmensidad verde…

Te tumbas en la hierba, sientes su frescor, notas esa mariposa que se te acaba de posar en tu brazo, ves como pasan las nubes, juegas a ver sus formas como cuando de pequeño las veías como dragones, países remotos, caras extrañas…

Cierras los ojos…

El bosque

Vas por el bosque y te dejas impregnar por ese olor a madera o a brezno, oyes el canto de los pájaros o el silencio de la mañana, oyes el sonido de ese riachuelo que ajeno a todo se desliza suavemente entre las rocas y el musgo, metes los pies en el agua y sientes su frescor reconfortante, te sientas a su vera, comes algo con la mirada perdida…

Cierras lo ojos…

La playa

La arena está caliente en la playa. Has conseguido llegar a una en que hay muy poca gente o no hay nadie en realidad. A lo sumo los gritos de unos niños a lo lejos. Sus risas se reflejan en el sol que te calienta. Mientras, tus ojos se pierden en la inmensidad, allá donde el mar y el cielo se unen como si se salpicaran uno al otro.

Y te llega el sonido monótono de las olas una y otra vez, van y vienen en tu cerebro y te mecen suavemente como cuando mamá de pequeño te susurraba una bonita canción y te decía que estuvieses tranquilo, que no pasaba nada… Y tú te dejas llevar sintiendo la arena caliente, el sol que baja lento como un tobogán por todo tu cuerpo, tus pies, te cubre entero…

El silencio

Cierras los ojos y dejas que se alejen los pensamientos, las prisas, la declaraciones de la ministra, el escrito de la OMC, los insultos en la redes, el informe o carta que tengo que hacer para ya, las discusiones con colegas, el ruido

Pensamientos. Los dejas solos y ves cómo danzan, cómo se atropellan, cómo se alejan… Y tal como dice aquel sabio zen que aparece en todos los dichos: los pensamientos son como nubes que pasan… y yo los veo pasar…

Sí, y yo los veo pasar

Y recuerdas aquel verso de Pessoa  “tumbado en la hierba y en la realidad” y sientes dentro de ti solo por un segundo, como un relámpago, lo siguiente que dice: “sé la verdad y soy feliz”

Y así pasan las nubes, los dragones, los países, las caras, el sabio zen, pessoa, el ruido

Y poco a poco todo se calma,

y sólo queda

la quietud

el silencio

el olvido.

 

No sé, improbables y queridos lectores de este post, eso era todo lo que quería decir. Y tampoco sé muy bien por qué.

En todo caso, gracias.

12 Comments

  1. Avatar Albert Espin el 4 julio, 2018 a las 9:19 am

    Qué agradable… Has logrado lo que buscabas… Transmitir paz, quietud…
    Saludos Gonzalo!

    • Avatar Gonzalo Fernández el 2 agosto, 2018 a las 9:02 am

      Muchas gracias Albert,
      creo que a veces estamos un poco cansados de toda esta vorágine y que debemos tener claro el horizonte.
      Y, en mi opinión, el horizonte es este.
      Muy contento de haber podido transmitir ese sentimiento
      Un afectuoso saludo

  2. Avatar Guillermo Basauri Camiruaga el 4 julio, 2018 a las 10:55 am

    Ha sido un bálsamo leerte. He sentido como si lo escribieras para mí, ahora, en este momento, aquí.
    Lo voy a volver a leer…creo que varias veces.
    Gracias a ti. Un abrazo muy fuerte.

    • Avatar Gonzalo Fernández el 2 agosto, 2018 a las 9:05 am

      Aquí y ahora, como dice la máxima.
      ahora que viene un periodo de vacaciones o, en todo caso, de pararnos un poco es un buen momento para leerlo, para sentirlo, para volver a escribirlo.
      Yo ya sé que tú lo practicas a menudo en tus idas al monte y es envidiable.
      Gracias Guillermo por estar ahí
      Un fuerte abrazo

  3. Avatar Concha el 4 julio, 2018 a las 11:01 am

    ¡Muchas gracias por este post!
    Me ha encantado. ¡Que bien que crea en la magia de las palabras!

    • Avatar Gonzalo Fernández el 2 agosto, 2018 a las 9:09 am

      Las palabras para mi son lo más.
      La primera palabra dicha en la tierra fue pura magia… Y hoy día aún conservan todo esa maravilla… para curar o simplemente para sugerir, abrir mundos.
      Muchas gracias por tus mágicas palabras
      un afectuoso saludo

  4. Avatar JOSE IGNACIO TORRES el 9 julio, 2018 a las 5:29 pm

    Cómo siempre lo que escribes me llega.
    Cada día tengo más claro que hay que volver a la naturaleza y a nuestro interior.
    Y la meditación, la poesía, la música y el contacto con los bosques que los japoneses preconizan como terapia deberían ser recetas cotidianas en nuestras consultas.
    Y que decir de Jaime…..

    Abrazos

    • Avatar Gonzalo Fernández el 2 agosto, 2018 a las 9:15 am

      Me pasa lo mismo contigo José Ignacio, con todos vosotros, por eso quizás estemos juntos en esta preciosa aventura.
      Qué bonito sería contar con todo eso que dices, además de con todo lo que ya tenemos, para ayudar a producir verdaderas curaciones en la gente en un entorno amable y curativo de por sí… Curaciones o acompañamientos conscientes en los diferentes caminos que los pacientes tengan o deban tomar…
      Mientras, quizá, al menos, se lo podamos sugerir cuanto menos con palabras
      Un fuerte abrazo

  5. Avatar Maria Jesus el 9 julio, 2018 a las 6:35 pm

    Pues bastante has dicho ya, me siento muy identificada.

    La música,
    Los olores,
    La tormenta

    Y la calma, vaya no nos quedara otra que contactar con la calma…… Y en el mas puro dolor, en el mas profundo dolor, en la desconexión de esta realidad, intentar contactar con la comprensión.

    Seguiremos intentando, a pesar de la dificultad, avanzar en esa quietud, en ese silencio, en el olvido

    Saludos

    • Avatar Gonzalo Fernández el 2 agosto, 2018 a las 9:23 am

      Cierto, como he dicho en otro comentario creo que tenemos que tener claro el horizonte, que no nos debemos dejar embaucar por esta vorágine tosca y muy primaria.
      Tendremos nuestros momentos, claro está, pero para poder ser un poco diferentes debemos poder sobreelevarnos a la música, los olores, la tormenta, la calma y la comprensión, sobre todo la comprensión.
      Y debemos ayudarnos, individual y colectivamente, con todas estas palabras.
      Es esencial
      Gracias por tu precioso comentario
      Un fuerte abrazo

  6. Avatar AnaMaría Zenteno R el 22 diciembre, 2018 a las 2:35 pm

    ✨? Buenos días Dr . Gonzalo Fernández Quiroga, a sido una bendición llegar a encontrarlo, a sido buscando leer sobre los remedios homeopáticos, con los cuales normalmente cuando necesito ayudarme, ahora en especial estaba buscando profundizar sobre aquellos que tratan la Depresión, Angustia , me he tratado con un Homeópata de acá (Chile) solo que él ya no trabaja con el sistema de Fonasa y lo hace Particular y eso me dificulta las consultas.
    Digo al comienzo que es una Bendición Divina haberlo encontrado, porque interpreta lo que yo, siento y pienso sobre la añadí ciña Psiquiátrica,estuve siendo medicada por alrededor de 29 años con Antidepresivo, lo que decidí dejar hace un año, las consecuencias las sabía,casi me volví loca, de sufrimiento,inestabilidad, Dolores cerebrales y síntomas extraños, me empecé a tratar con Homeatia y alimentación sana, lo más natural que estuviera a mi alcance, lo digo porque mucho se habla de la Alimentación Sana,pero no se habla del costo acá y en todas partes y muchas yerbas desintoxicantes; me siento mejor pero aún tengo cuadros de profunda Angustia, Tristeza y mal carácter .
    Sería maravilloso me leyera y pudiera aconsejar , seguiré sus escritos .
    Le envío los mejores deseos en este hermoso tiempo de Adviento ?????

    • Avatar Gonzalo Fernández el 21 enero, 2019 a las 11:44 pm

      Hola Ana María,
      veo por lo que dices que lo has pasado mal y espero que con los cambios que has iniciado las cosas cambien para bien. La homeopatía claro que puede ser de ayuda y te recomienda que te pongas, si no lo estás ya, en manos de un buen médico que no solo te medique sino que te aconseje sobre todos los demás aspectos que pueden estar influyendo en tu malestar
      Un abrazo desde España

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