Como decía William Osler, padre de la medicina moderna, “el buen médico trata la enfermedad; el gran médico, al paciente que tiene la enfermedad”.

Eso es lo que me enamoró de la Homeopatía. Hasta entonces, había vivido en un letargo de estudio profundo de la medicina, especializándome en una de las ramas más bonitas de la medicina, la que menos y más especial es a la vez en todas sus ramas: la Medicina de Familia. Pero ese ideal del Médico, con mayúscula, que escucha y comprende, que se sienta en la cabecera de la cama del enfermo, que atiende en su globalidad al paciente, en su patología mórbida, en su entorno social, familiar y espiritual, que tiene en cuenta las circunstancias en las que aparecen unos síntomas determinados, y que acompaña mejorando la calidad de vida del paciente e incorporando sistemas de promoción de salud, se ve relegado a la mínima expresión y en muy contadas ocasiones, sobretodo, a costa de la demora de los siguientes pacientes y a la sobrecarga del propio médico.

Actualmente la sanidad, tal y como está organizada, es a la atención a marchas forzadas al más puro estilo “fast-food”.

La “fast-medicine”  obliga a intentar dar soluciones en tiempo record a problemas de salud poniendo parches o soluciones parciales para continuar con el siguiente paciente y así poder cumplir con las apretadísimas y llenísimas agendas. El médico necesita tiempo para entender la enfermedad. Necesita tiempo para entender el origen del conflicto. Necesita tiempo para explicar al paciente la implicación en su curación. Necesita tiempo para resolver todas sus dudas.

Es normal que se sobremedique, es la solución más fácil y rápida. Pero el problema es que este sistema, por un lado nos desconecta con la verdadera naturaleza de la enfermedad (“uno no está enfermo porque tenga una enfermedad, sino que tiene una enfermedad porque está enfermo”, Maimónides SXII) y por otro, cronifica al paciente haciéndole dependiente de un sistema en el que no se le hace partícipe de su enfermedad, ni se le explica la causa de su patología, ni de la necesidad o no de tomar un medicamento y sus efectos secundarios, ni de los cambios que debe hacer para que incorporar salud en su vida…. Y en ocasiones no sólo no se le explican al paciente, sino que ni el propio médico los conoce.

Es curioso que durante todos los años de formación (más de 10 entre universidad y especialización), no se enseñen cosas tan básicas como las que saben otras culturas milenaria. Simplemente por no estar basadas en el método científico no son dignas de nuestro reconocimiento. Si pudiéramos borrar el velo estigmatizador que nos ponen en nuestra formación universitaria, nos sorprenderíamos de la importancia de métodos tan sencillos y necesarios para dar salud al organismo como la nutrición, la detoxificación, el equilibrio mente-cuerpo, la utilización de los elementos de la naturaleza para promocionar y reparar la salud… Tenemos que volver a un sistema de integración en el que todas estas herramientas sean abordadas por el médico, en el que sepamos manejar esos conocimientos con los más científicos y técnicos.

Porque a la hora de la verdad, cuando estamos en la consulta delante del paciente, los problemas no se restringen a una simple eliminación del síntoma (tiene tos, le damos un antitusivo; le duele la cabeza, le damos un analgésico; tiene ansiedad, le damos un ansiolítico, tiene amigdalitis de repetición, le operamos las amígdalas). Hace falta encontrar un equilibrio entre las diferentes formas de abordaje de la enfermedad. La Medicina Integrativa, que ahora comienza a despuntar como el nuevo paradigma de la medicina, no es más que esa actitud de unir todos esos conocimientos y saber darle a cada uno la importancia y el orden necesario para ayudar al paciente a curarse, a recuperarse, a sanarse. Y una de las herramientas más interesantes que tiene la Medicina Integrativa, es la Homeopatía.

En realidad, es la forma más holística de abordar al paciente, ya que tiene en cuenta tanto los factores físicos, como los mentales y los emocionales. Aborda los procesos anatomopatológicos valorando las sensaciones y modalidades de los síntomas. Tiene en cuenta todos los datos que aporta el paciente, si el enfermo tiene una personalidad y morfología determinada o en qué contexto han aparecido sus dolencias.

El médico necesita tiempo para entender la enfermedad y resolver las dudas del paciente 

La mayoría de los pacientes dan una cantidad enorme de información entorno a sus síntomas que condicionan su vivencia y lo hacen único en la experiencia de esa enfermedad. Y toda esa información que siempre he intuido que tenía una relevancia vital pero no sabía qué hacer con ella, fue con la Homeopatía donde encontré que tenía un sentido y que servía para individualizar un tratamiento. Se acababa el modelo protocolario de enfermedad-tratamiento. La Homeopatía me abrió la posibilidad de entender más allá de la propia enfermedad. De entender distintas formas de enfermar y vivir los síntomas según las características propias de la persona. De comprender las causas del desequilibrio del paciente para desarrollar una enfermedad, de la posible evolución de las patologías según las capacidades reactivas del paciente. De tratar, según distintas sensaciones, los síntomas del enfermo. De ayudar a potenciar sus capacidades curativas en vez de poner simplemente parches.

Por eso me enamoró la Homeopatía, porque me ha permitido reconectar con mis ideales como médico y con mi entendimiento de la salud y la enfermedad. Me ha permitido ayudar a mis pacientes de una forma más completa y satisfactoria. Y sobretodo, porque me ha ayudado a ser mejor médico.

3 Comments

  1. Avatar Josefa De Castro el 23 junio, 2018 a las 9:54 am

    Dra Diaz, enhorabuena por este post.

    Estoy totalmente de acuerdo ya que a mi me pasó lo mismo.

    Después de muchos años de profesión sentía vacío, me sentía incompleta, mis conocimientos científicos eran limitados y ya no podia ayudar mas. Es la homeopatía la que llega a mi y a través de sus enseñanzas mi mente se abre de nuevo y recupero la ilusión.
    Ha cambiado mi forma de ejercer mi vocación, mi trabajo es mi hobbie, me divierte y lo haría sin ganar dinero.
    El despertar de la conciencia, cuando sales del sueño y eres observador de la realidad sin juicios y es entonces cuando te das cuenta que para ayudar a sanar tienes que sentir al paciente en todo su Ser.
    Que el ser humano enferma cuando no están en equilibrio lo físico, lo mental,lo energético y lo espiritual y que la medicina integrativa trata en conjunto cada paciente como un ser único.

    Saludos y gracias

  2. Avatar Carmen el 23 junio, 2018 a las 10:25 am

    Admirable cómo encontraste el camino sola , me sorprende y me agrada ! Enhorabuena

  3. Avatar Guillermo Basauri Camiruaga el 25 junio, 2018 a las 11:01 am

    Sí, sí y sí. Que reflexiones tan bonitas y, a mi entender, tan ciertas. Y, sobre todo, tan importantes. Yo también espero que este del que hablas sea el nuevo paradigma hacia el que caminamos, como médicos y como humanidad.
    Un abrazo muy fuerte con todo mi afecto. Un lujo contar contigo en este tu blog.

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