En memoria del profesor Luc Montagnier y todos los que dedican su vida a los demás

Última modificación: 14-07-2022 17:31:43

La historia oficial

En los años ochenta acudía al cine con frecuencia hasta el punto de que muchas de mis películas favoritas son de esa época, y en ese contexto recuerdo que siendo médico residente en Santander asistí en un pequeño cine de barrio a una de las proyecciones que más huella ha dejado en mi ante una pantalla, tanto por la excelente interpretación de Héctor Alterio (al que recordaba como protagonista de “El nido”1 de Jaime de Armiñán) y una entonces desconocida para mi Norma Aleandro, como por lo narrado.

La historia oficial en pandemia

“La historia oficial”2 es una película argentina de Luis Puenzo capaz de ganar en el mismo año el óscar y el globo de oro a la película de habla no inglesa y que pone el acento en cómo la verdad y la honestidad se enfrentan a una historia oficial de miedo y vergüenza que tiñe de gris pálido a toda una sociedad.

Pensando en ello, creo oportuno recordar esta película en unos momentos que también parecen grises y oscuros por la sensación que deja en muchos ciudadanos y especialmente entre los científicos y los sanitarios el relato que escuchamos y leemos diariamente.

Venimos asistiendo durante muchos meses ya a una historia oficial aparentemente escrita por los políticos, periodistas e industria farmacéutica en la que toda voz discrepante por autorizada y rigurosa que sea es acallada por el poder con la complicidad de una masa frecuentemente anónima en las redes sociales que les viene haciendo el juego sin que la gente sensata pueda acabar de comprender el porqué.

Desde una hipotética cabina de proyección parece preciso confesar que considero que las vacunas son uno de los mayores logros de la humanidad capaces de erradicar enfermedades graves y limitar el impacto en la salud de muchas otras que en el pasado originaban invalidez, enfermedad y muerte. Por ello, explico a mis alumnos y pacientes sus bondades, me vacuno y aconsejo la vacunación incluida la actual contra este virus que nos aísla. Sin embargo, es preciso saber, que como cualquier fármaco existen vacunas malas, regulares, buenas e imprescindibles y también es necesario compartir la información desde el conocimiento científico y la ética profesional con cualquier interlocutor.

Partiendo de la base incontestable de que la democracia (invento creado por los atenienses en el siglo V antes de Cristo) es el menos malo de los modos de convivencia social es indudable que la autocrítica generalizada (especialmente de los poderosos) y la posibilidad de expresar libremente la opinión de cada uno con el respeto debido al resto no pasa actualmente por uno de sus mejores periodos históricos.

Así como en la Argentina de los años ochenta las madres de mayo representaban una voz crítica molesta acallada sistemáticamente por los poderosos y por una población adoctrinada en el miedo, en la Europa del siglo XXI cualquier científico que ponga en tela de juicio (de modo educado, honesto y documentado) la historia oficial de la pandemia es etiquetado inmediatamente de negacionista y anti vacunas por el poder y todos sus seguidores.

Esta especie de hooligans iletrados (al menos desde el punto de vista científico) que alimentan a las hordas a través de los noticieros televisivos, radiofónicos y twitteros detentan el protagonismo de sus ejércitos y el sacerdocio autoproclamado del nuevo dios cimentado en una falsa ciencia que ignora el estudio callado y riguroso, el sentido común, la experiencia y las relaciones entre los seres humanos para dar protagonismo a las máquinas y al dinero.

Claro ejemplo de ello se manifiesta en la forma en que han sido tratados recientemente dos científicos de talla mundial como son Montaigner y Laporte.

Luc Montagnier: descubridor del virus del VIH causante del SIDA

Luc Montagnier fue un virólogo francés fallecido recientemente cuyo trabajo le valió el reconocimiento internacional al recibir los premios Nobel y Príncipe de Asturias. Sus investigaciones han sido claves para convertir un problema de salud mortal como el SIDA en una enfermedad crónica tratable que permite a las personas infectadas llevar a cabo una vida normal. Y a pesar de todo, de su contribución a la humanidad, su honestidad, rigor científico y valentía le han valido apelativos despectivos3 hasta el mismo momento de su fallecimiento por la única razón de criticar (con sus aciertos y errores como cualquier persona) la historia oficial.

Maltratarle desde los púlpitos del periodismo y las redes sociales tiene el mismo fundamento científico, ético y social que hacerlo con Koch o Fleming por poner algunos ejemplos, ninguneando su contribución al tratamiento de las enfermedades infecciosas y a la salud de las personas. Quizás la diferencia es que en los tiempos de estos grandes científicos el respeto todavía estaba presente en la sociedad.

La escritora y fotógrafa Susan Sontang tuvo que hacer una nueva versión de su libro “La enfermedad y sus metáforas”4 centrado especialmente en la tuberculosis y el cáncer con la irrupción de la pandemia del SIDA.

Ante aquel nuevo enemigo de la salud surgido en los años ochenta (del mismo modo misterioso que el virus que nos aísla) las investigaciones del doctor Montaigner fueron imprescindibles para conocer al virus y con ello llegar al diagnóstico de los enfermos y buscar los mejores tratamientos.

En esos años ochenta que ya parecen olvidados en los que los enemigos oficiales eran los hemofílicos, heroinómanos, homosexuales y haitianos el miedo estaba presente en las relaciones sociales y laborales, y entre los asustados sanitarios.

Podemos acercarnos de modo vívido a aquellos años a través de las narraciones de Jonathan Demme en la película “Philadelphia” o de Hervé Guibert en su libro “Al amigo que no me salvó la vida”5. Veríamos de ese modo, como el comportamiento de la sociedad, de los poderes públicos y de los sanitarios no fue muy diferente a lo vivido siglos antes en las epidemias de peste de la edad media, en los comienzos del siglo XX con la llamada gripe española o en la actual epidemia de miedo al otro inoculada durante esta pandemia de COVID-19.

El SIDA dejó de ser una amenaza percibida en los países desarrollados con la aparición de fármacos capaces de controlar al virus que cambiaron la historia de la enfermedad al menos hasta ahora.

Joan Ramón Laporte: farmacólogo y defensor del paciente

Los médicos desde nuestra consulta y los farmacólogos clínicos desde los departamentos de farmacovigilancia tenemos la obligación de proteger a los pacientes y ciudadanos de nuestras propias intervenciones y de los efectos perjudiciales de los medicamentos.

Y esto es así, porque a pesar de la lógica sensación de seguridad que el ciudadano tiene depositada en los medicamentos, en los países desarrollados los fármacos son uno de los principales motivos de enfermedad y fallecimiento. Les protegemos de ellos, notificando las reacciones adversas posibles, probables y demostradas a través de la tarjeta amarilla6 y creando aplicaciones que favorezcan un uso racional y apropiado de los medicamentos.

Esta información con la que trabajan en su día a día los farmacólogos clínicos y los médicos en general tiene mucho que ver con lo que denominamos seguridad del paciente7 y del mismo modo, en los últimos años con la necesidad de retirar todos aquellos fármacos repetidos, innecesarios o inseguros para el paciente, práctica conocida como deprescripción8.

Aunque este problema raramente sale en los noticieros, un porcentaje importante de nuevos medicamentos deben retirarse del mercado9 al cabo de cinco años por la aparición de efectos adversos y la historia está preñada de ejemplos significativos como el caso de la talidomida10, de aquel medicamento para reducir el colesterol que se promocionó como muy seguro comparándolo con una hormiga11 o más recientemente el fármaco cuyos peligros narra en su libro Irène Frachon que ha sido llevado al cine por Emmanuelle Bercot con el título de “La doctora de Brest”12.

Joan Ramón Laporte es profesor de Farmacología y director del Butlletí Groc (la tarjeta amarilla) del Institut Catalá de Farmacología. Sus pecados13 han sido su inquebrantable espíritu científico, su honestidad y haber ganado un juicio a una poderosísima industria farmacéutica14 por la denuncia (en su condición de experto mundial en farmacovigilancia) del riesgo conocido para la salud de un medicamento que se seguía comercializando a pesar de ello.

Laporte15 como nos recuerda Sergio Minué16 no es la única víctima de la historia oficial ya que muchos científicos de prestigio como John Ioannidis, Peter Gotzche, Alyson Pollock o Carl Henegan sufren las consecuencias de cuestionar la “religión verdadera”.

La historia oficial y la destrucción de nuestro Sistema Público de Salud

En este caos que estamos viviendo, inmersos en un laberinto y maremágnum de instrucciones contradictorias que tanto ciudadanos como sanitarios venimos recibiendo y con la impresión de que aquellos que las emiten ignoran la dirección y el puerto de la nave que gobiernan, asistimos perplejos a las decisiones discutiblemente acertadas y escasamente consensuadas tanto organizativa cómo científicamente que parecen aliadas de modo sistemático con el dinero y que dejan cada vez más aislados a los profesionales de Atención Primaria17-19 y sus pacientes.

Una Atención Primaria en peligro de extinción17 como el lince ibérico, que ha soportado la carga mayoritaria del cuidado de los enfermos de la pandemia descuidando muy a su pesar a sus pacientes crónicos18, 19 y ha observado atónita la desaparición de puestos de trabajo necesarios y el aumento de una ineficiente burocracia propia de países tercermundistas. Una Atención Primaria que es consciente de una desastrosa planificación que promete dejar sin médico de cabecera a miles de personas en los próximos años con las jubilaciones de profesionales20 que no podrán ser sustituidos porque los jóvenes huyen de tanta incertidumbre y mal trato de los gestores21.

Las máquinas están sustituyendo a las personas de manera que la ética y estética en la toma de decisiones se diluye entre los noticieros cargados de muertos y la lava del volcán. Y en nuestro entorno, los médicos parecen haber olvidado a los maestros, aquellos como Hipócrates, Maimónides, Avicena, Osler o Marañón capaces de recordarles su auténtica misión: curar, aliviar y acompañar.

Ya se sabe que la historia la escriben los ganadores y por eso está llena de inexactitudes. Lo más triste es que ahora, además los renglones parecen estar torcidos y con faltas de ortografía.

Frente a la mentira y la descalificación22 tenemos la obligación ética de responder con humildad, respeto, ciencia y verdad, pilares en los que desde Hipócrates23 nos hemos basado los médicos.

Bibliografía

  1. https://www.cinemaldito.com/el-nido-jaime-de-arminan/
  2. https://www.clarin.com/espectaculos/cine/la_historia_oficial-necesaria-inolvidable_0_V1MQ5b2pg.html
  3. https://elpais.com/ciencia/2022-02-10/muere-luc-montagnier-el-virologo-antivacunas-que-dilapido-su-prestigio-tras-ganar-el-nobel-por-descubrir-el-vih.html
  4. Sontang S. La enfermedad y sus metáforas: el SIDA y sus metáforas. Taurus. 1996
  5. Guibert H.  Al amigo que no me salvó la vida. Tusquets.1998
  6. https://www.aemps.gob.es/informa/notasinformativas/medicamentosusohumano-3/seguridad-1/2013/ni-muh_fv_02-2013-notifica-ram/
  7. https://seguridaddelpaciente.es/
  8. https://www.elsevier.es/es-revista-atencion-primaria-27-articulo-deprescribiendo-mejorar-salud-personas-o-S0212656718305109
  9. http://www5.uva.es/cesme/wp-content/uploads/2017/04/boletinTA_15.pdf
  10. https://analesdepediatria.org/es-talidomida-una-historia-inacabada-articulo-S1695403312005383
  11. https://elpais.com/diario/2003/02/23/sociedad/1045954803_850215.html
  12. https://mujeresconciencia.com/2016/11/21/irene-frachon-la-doctora-de-brest/
  13. https://www.elperiodico.com/es/opinion/20220212/articulo-soto-ivars-joan-ramon-laporte-enemigo-pueblo-13228955
  14. https://elpais.com/diario/2004/01/28/sociedad/1075244405_850215.html
  15. https://youtu.be/vXrz3e8L1SE
  16. https://gerentedemediado.blogspot.com/2022/02/atticus-finch-y-la-jauria-mediatica.html
  17. https://www.bmj.com/content/376/bmj.o320
  18. https://isanidad.com/207101/en-el-periodo-2020-2021-se-han-dejado-de-realizar-98-millones-de-consultas-no-covid-en-atencion-primaria/
  19. https://saludineroap.blogspot.com/2022/02/efecto-desplazamiento-de-la-covid-19-en.html?m=1
  20. https://elpais.com/espana/madrid/2022-01-21/madrid-se-enfrenta-a-un-desierto-en-atencion-primaria.html
  21. https://www.redaccionmedica.com/secciones/formacion/-espana-nos-forma-europa-nos-contrata-el-57-de-los-mir-opta-por-irse-1387
  22. http://www.juanirigoyen.es/2022/02/joan-ramon-laporte-la-metamorfosis-de.html
  23. https://www.youtube.com/watch?v=G5VTsrYZGxc

Sobre el Autor

Dr. Jose Ignacio Torres
Dr. Jose Ignacio Torres

Me llamo José Ignacio por una casualidad y soy un APRENDIZ.

Aunque nací en Madrid me considero de ninguna parte porque cualquier paisaje está lleno de belleza, y así todos son míos. VIAJAR genera conocimiento y disfrute tanto si es al exterior como al interior de uno mismo.

Aprendí de mi abuelo la GENEROSIDAD, de mi padre la TENACIDAD, de mis hijos la ALEGRÍA y de Arancha el RESPETO gracias a su amor y paciencia.

Mi familia, amigos, compañeros y pacientes son mis principales MAESTROS de medicina y de vida.

Me considero un ESCUCHADOR porque me gusta ayudar a los demás y no conozco puerta mejor a la compasión y a la terapia que la escucha.

Creo, después de tantos años, que la medicina es la tarea humana más hermosa en la que es necesario algo de ciencia y mucho de ARTE.

Persigo de modo incesante la BELLEZA e intento ponerle PASIÓN y COLOR a mi vida fuera y dentro de la consulta.

Me DIVIERTO y APRENDO con la pintura, la música, el juego, el baile, la poesía, el cine, la ópera, las narraciones y los espacios abiertos en los que me gusta envolverme con olores y vientos. Y los añoro en todos los entornos humanos que deberían estar llenos de ellos.

DISFRUTO con la compañía de las personas humildes y sabias que voy conociendo en el camino de la VIDA.

NECESITO escribir para curar las heridas que dejan la consulta y la vida.

He COMPRENDIDO no sin esfuerzo, que las palabras acarician y hieren, salvan y matan y por ello, lo que más deseo practicar es el SILENCIO que genera espacios de amor y de respeto.

Y mis PASIONES ocultas son el CHOCOLATE, el FÚTBOL, el color VERDE y MOZART que siempre va conmigo.

Consulta
C. del Corazón de María, 82
28002 Madrid
TEL. 912 99 94 16
Email jitorresj58@gmail.com

Más información del Dr. Jose Ignacio Torres
Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos
Sociedad Española de Medicina Homeopática (SEMH)
Directorio de Médicos Homeópatas - CEDH

7 Comentarios

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  • Muchísimas gracias por este post tan acertado para estos momentos que vivimos. Momentos en los que la discrepancia está tan mal vista, cosa fundamental en ciencia. Desde luego que están los renglones torcidos, como bien dices.
    Un placer leerte y encontrar personas motivadoras, que disciernen del pensamiento instalado.
    Efectivamente hay que recordar la gran aportación que ha realizado Luc Montagnier a la humanidad. Infatigable investigador hasta el final de sus días. Un placer haberle tenido con nosotros.
    Y como dice Sol, el alma y la conciencia es lo único que nos puede salvar de esta oscuridad que se empeñan en envolvernos.
    Como farmacéutica destaco las intervenciones de Joan-Ramón Laporte Roselló experto en farmacovigilancia desde los años 80. Profesional valiente y comprometido con él mismo, defendiendo con ética la seguridad y eficacia de los medicamentos.¡ Qué menos que escucharle y tenerle en cuenta!!!!
    Desde luego que «el respeto» no pasa por uno de sus mejores momentos. Pero SIEMPRE hay personas maravillosas que dan color a esos momentos grises y oscuros.
    ¡Persistamos!

  • Muchísimas gracias, José Ignacio, por este post y ese escaner/retrato de la cruda realidad que ahora padecemos en modo vértigo globalizado y tan contagioso como el peor de los virus. Esperemos que esa realidad implacable sirva para limpiar las legañas sociales e individuales y disolver las cataratas de una sociedad empeñada en autoaniquilarse intentando ser eterna depredadora imbatible, a base de mecanizarse mientras destroza lo único que la puede salvar de sí misma: el alma y la conciencia, o sea, los cables imprescindibles que nos conectan con lo mejor de nosotros mismos y, por ello, con la energía que nos hace posibles y nos sostiene en el biós. Es un momento de finales y principios en todos los niveles de la existencia que aun no ha encontrado su esencia ontológica y, por supuesto, la consecuencia «natural» de un verdadero sistem in failure -como lo llaman en la peli de Matrix, otro documento fílmico de innegable y demoledora actualidad-, con sus píldoras azules y rojas como ‘(di)solución’.
    Lo más urgente y regenerador es que despertemos uno por una y seamos al mismo tiempo un despertador grupal para nuestros semejantes. En eso estamos en medio del presente, aprendiendo del pasado para no repetirlo, que es la única manera de que haya algún futuro disponible y disfrutable, tanto para la especie y la vida, como para el Planeta. Solo despiertos y en fraternidad incondicional podremos superar las trampas de esas redes mucho más «suciales» que sociales y no dejar que nos pesquen y nos devoren como a los pobres peces que capturan, enredan, matan y venden en el mercado del «aquí te pillo y aquí te ahogo fuera del agua, que es la conciencia que no te permito descubrir ,y luego ya te vendo en la lonja de cualquier fijación ad hoc».
    En realidad todo depende más de cómo gestionamos, integramos y canalizamos lo que nos pasa, que de lo que nos pasa en sí mismo. Las peripecias terribles de los inmigrantes refugiados, por ejemplo, a los que durante años he tenido como alumnos de castellano, me lo han ido confirmando en la práctica diaria: las actitudes y visión, distintas, de la misma circunstancia pueden ser liberadoras o demoledoras, según en qué estado psicoemocional las acojamos, las transmutemos o las combatamos en plan ataque/defensa. Creo que ahora entre nosotros, ‘los listos y poderosos del planeta’, está sucediendo lo mismo. Por esa razón, un buen médico de cabecera, con tanta ciencia como conciencia, puede hacer verdaderos milagros a la hora de orientar y acompañar.
    Gracias, de verdad, a todos los ángeles de bata blanca, o sin bata, que trabajáis en esa onda. Sin vosotr@s, querido José Ignacio, este mundo ya no existiría. Se habría hecho trizas con su «ciencia» matarife hace mucho tiempo. Por eso no podemos perder la esperanza y el entusiasmo por la vida que nos hace posibles, tantas veces a pesar de nosotros mismos.
    Muchísimas gracias por compartir a este nivel tan necesario, querido amigo.
    Un abrazo!

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